EL ODIO DE LA DERECHA

 


 

Desde hace más de dos siglos, nuestra historia está plagada de enfrentamientos políticos, donde, muchas veces, la cuestión se dirimía con la eliminación física del adversario/enemigo.

Dentro de ésa lógica, hemos padecido la cruel dictadura cívico-militar (1976-1983) período en el cual desaparecieron 30.000 compañeros y compañeras.

Terminar, eliminar, desaparecer, son verbos con significados que inevitablemente nos retrotraen a las épocas más trágicas de la historia argentina.

Cuando escuchamos decir, durante un acto de campaña, al precandidato presidencial de JxC Rodríguez Larreta que  "No solo buscamos un cambio de gobierno, obviamente buscamos terminar con el kirchnerismo para siempre..." frase repetida, palabras más palabras menos, por casi toda la derecha y después del intento de magnicidio contra la vicepresidenta de la Nación, está claro que nuestra democracia, después de 40 años,  está en serio peligro.

Qué significa “terminar con el kirchnerismo”, ¿lo mismo que en el 55 cuando quisieron terminar con el peronismo?

Esta derecha es la descendiente de aquella derecha y el odio al peronismo continúa intacto.

De qué democracia hablamos cuando queremos “terminar” con el que piensa diferente?

Como pocas veces están claras las propuestas con miras a las próximas elecciones: por un lado, un país que entrega sus recursos naturales, su patrimonio, con ciudadanos garroteados, sin derechos y terminar con los que piensan distinto y, por otro lado,  un país que levante  las banderas de soberanía política, independencia económica y justicia social, donde sus habitantes puedan vivir dignamente y en paz.

Como pocas veces sucedió, los más fervorosos exponentes de la derecha argentina anuncian, en plena campaña electoral, que van a reprimir, perseguir y encarcelar, como ya lo están haciendo en Jujuy, a quienes se manifiesten pacíficamente en defensa de sus derechos. Prometen actuar, sin miramientos, contra los que se opongan a las políticas de ajuste y entrega de nuestro patrimonio. Dicen: “es todo o no es nada”

Frente a esta palpable realidad, los ciudadanos tenemos la enorme responsabilidad cívica de elegir en qué país queremos vivir. Seamos críticos, aprendamos a discernir y, de una vez por todas, no nos dejemos engañar más por los medios hegemónicos que son parte de ése poder que no quiere desprenderse de ningún privilegio

Como pueblo digamos basta a tanto atropello!!! Y votemos en defensa propia!!!

                                                                                                         Mario Barboza

 

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