40 AÑOS DE DEMOCRACIA: ¿CÓMO SEGUIMOS?

 

En los primeros años después de 1983, lo más importante era que la recuperada democracia se consolidara a través del tiempo. Así sucedió y los nefastos golpes de Estado que la interrumpían fueron quedando atrás (no en el olvido).

Pasaron 40 años de sistema democrático y lejos de evolucionar, la mayoría del pueblo argentino eligió a una persona que, a seis meses de haber asumido la primera magistratura, dio sobradas señales de insensibilidad social (sostuvo que la justicia social es una aberración) con un claro objetivo: favorecer a los más ricos desoyendo irresponsablemente  el clamor popular por comida, educación, salud y trabajo, derechos elementales de cualquier ciudadano y, al mismo tiempo, destruyendo premeditadamente todo lo que encuentra a su paso, dentro y fuera del país, atacando con inusitada violencia a los que no piensan como él o no hacen lo que él quiere, un verdadero déspota. Se autopercibe un enviado celestial viajando por el mundo a título personal con recursos del Estado.

¿Qué sucedió para que este increíble personaje sea hoy el presidente de la República Argentina?

Sin duda muchas cosas, pero esencialmente captó, con sus excentricidades, la frustración social, el desencanto de gran parte de la ciudadanía con la propia democracia que, en cuatro décadas, especialmente los últimos ocho años, no pudo resolver cuestiones básicas como la pobreza o la inflación que impacta directamente en el costo de vida de los más humildes.

El diagnóstico de la realidad está a la vista y también se han hecho infinidad de análisis sociológicos, económicos y políticos tratando de explicar este fenómeno.

Por eso, tal vez sea es necesario dar un paso más revisando el funcionamiento del sistema democrático, gobierno del pueblo en su definición, pero es evidente que acá no está gobernando el pueblo, todo lo contrario, está siendo sometido.

En el sistema democrático que conocemos, el pueblo no gobierna en forma directa, lo hace a través de sus representantes elegidos en las urnas: presidentes, gobernadores, intendentes, legisladores. ¿Pero qué sucede si esos “representantes” traicionan a sus mandantes y actúan en función de sus propios intereses personales o sectoriales? Pues el pueblo queda desamparado en la intemperie!!!

Es innegable que la política, para muchos, se convirtió en una “profesión” y, muy rentable por cierto, rentabilidad que no llega al pueblo. Esa actitud los convirtió en casta. Acá está la palabra clave. La gente se hartó de la “casta” política y decidió romper drásticamente con todo lo tradicional y conocido. Muy parecido al que se vayan todos. Lamentablemente optó por el más caradura, cínico, insensible y mentiroso, conocido hasta el momento.

La gran pregunta es ¿cómo salimos ahora de este verdadero infierno que está padeciendo gran parte del pueblo argentino?

Es cierto que no se puede esperar resultados distintos haciendo siempre lo mismo, por eso habrá que pensar en soluciones novedosas, por ejemplo: una democracia con participación más directa del pueblo en algunas decisiones (sería revolucionario), además de votar cada dos años. Para eso habrá que analizar posibles cambios en la Constitución Nacional. Mientras tanto, al pueblo no le queda otra opción que salir masivamente a las calles para expresar su absoluta disconformidad con este modelo económico y social que tratan de imponer Milei y su banda.

                                                                                                                        Mario Barboza  

 

 

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