NO HAY QUE LLORAR SOBRE LA LECHE DERRAMADA
Pasados los primeros días después del balotaje, donde las emociones
encontradas no daban lugar a la razón para entender con claridad lo sucedido,
ya que iban del enojo con el votante de Milei a tratar de entender por qué ese
voto. Pero ya es momento del análisis sereno y profundo sobre el resultado
electoral, donde no tiene sentido tirar la pelota afuera.
La explicación de porqué ahora tenemos el presidente que tenemos es
multifactorial y compleja. Sin embargo, es muy oportuno buscarla también hacia
el interior de nuestro espacio político: el peronismo, columna vertebral del
Frente de Todos no estuvo para nada a la altura de las circunstancias, lejos, pero muy lejos estuvo.
Aunque en política, la autocrítica es casi una excepción, ahora tenemos
el deber de hacerla, en serio y de manera responsable y, sobre todo, por respeto
y consideración a los más de once millones y medio de personas que confiaron, a
pesar de todo, en Sergio Massa.
El gobierno fue muy tímido y con un pulso tembleque a la hora de las
decisiones importantes. Se notó claramente en el momento de negociar el pago de
la tremenda deuda externa heredada del
gobierno de Macri (que nadie investigó); estaban dadas las condiciones
internacionales para adoptar una posición más firme ante el FMI.
Otra gran frustración fue el vergonzoso arrugue en el caso Vicentin. El
presidente fue advertido varias veces: se le avisó que había funcionarios que
no funcionaban (incluido el primer mandatario) y se le pidió en reiteradas
oportunidades que utilizara la lapicera, parece que se quedó sin tinta muy
rápido.
No supo/ no pudo/ no quiso “tomar el toro por las astas” en el tema control
de precios de los alimentos básicos, lo que generó un profundo malestar en los
trabajadores y jubilados que no llegaban a fin de mes, ni hablar, por supuesto,
de los desocupados aún con asistencia del Estado (planes sociales).
Tampoco el gobierno supo/ pudo/ quiso hacer nada ante los casos de
escandalosa arbitrariedad de la justicia, protegiendo siempre a los dueños del
poder no investigando siquiera el intento de magnicidio que sufriera la
vicepresidenta de la Nación.
No alcanzó el buen manejo de la cuarentena para enfrentar la pandemia,
ni la guerra Rusia-Ucrania, ni la sequía como justificación para mitigar el
padecimiento económico de gran parte de la población.
Hubo medidas económicas y decisiones políticas que beneficiaron a
trabajadores y pymes, pero llegaron tarde, muy sobre la hora. Por qué no
sucedió antes?
Pasaron cuatro años con más pena que gloria, donde la pobreza creció de
manera inconcebible en un gobierno supuestamente nacional y popular. Fue
demasiado “regalo” para la derecha y los antiperonistas históricos que los hay
y mucho.
El desencanto expresado en las urnas, por gran parte del pueblo, debería
hacernos repensar seriamente sobre qué es el peronismo a un cuarto de
transcurrido el siglo XXI y qué respuestas debería dar a la democracia después
de cuarenta años.
Demás está aclarar que el peronismo debe seguir sosteniendo, ahora más
que nunca, las tres banderas que hacen a
su esencia: independencia económica, soberanía política y justicia social, eso
no se negocia !!. Porque es precisamente lo que nos diferencia del
neoliberalismo o capitalismo salvaje, como prefiero llamar.
Es mucho el trabajo que nos espera para recuperar la confianza del pueblo.
Pero debemos hacerlo con coherencia y convicción.
Para llegar hasta acá los medios de comunicación hegemónicos hicieron su
parte, por supuesto y nosotros también la nuestra, lamentablemente.
Mario
Barboza
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